Ninguna ley puede obligar a un hombre a ser padre

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Que los jueces puedan obligar a algunos padres a compartir la custodia de sus hijos podría suponer una gran desventaja debido a una serie de factores. Explica María Belén Ferreira Brisso, abogada especializada en derecho de familia y violencia hacia la mujer y fundadora del estudio jurídico Mater Juris.

Actualmente, el cuidado personal lo tiene de facto quien convive con el hijo/a o según resolución judicial o acuerdo.  Sin embargo, esto podría cambiar si se aprueba el proyecto de ley “Por los Derechos de Nuestros Hijos e Hijas”, que busca que los jueces puedan determinar la tuición compartida, es decir, obligándolos a participar en la crianza, incluso aunque no exista acuerdo de los padres.

Se tiene la equivoca idea que estableciendo la custodia compartida obligatoria de los hijos e hijas, habrá mayor corresponsabilidad de los padres.  Sin embargo, en países en donde esta modalidad se ha establecido, como por ejemplo España y Francia, los niveles de corresponsabilidad no aumentaron.

Esto ocurre, porque una ley no es suficiente para modificar la estructura patriarcal de la sociedad que ha puesto en las mujeres las labores de crianza y cuidado. La custodia o el cuidado personal compartido obligatorio, es una forma de mantener el control sobre la madre después del término de la relación.  Por lo tanto, ninguna ley podrá obligar a ser padre a quien no quiere serlo, a ser responsable o querer a sus hijas o hijos.

Otro aspecto importante, son las consecuencias que tiene en  niños, niñas y adolescentes la imposición de este régimen, ya que deja afuera la edad, el apego, la lactancia, enfermedades o condiciones médicas, vinculación e incluso donde asisten a clases.

¿Por qué el cuidado personal compartido obligado no es recomendado?

Uno de los factores críticos para oponernos a la custodia compartida obligatoria, son los altos índices de violencia hacia la mujer y baja condena de estos actos, dejando en indefensión tanto a las madres como a sus hijos e hijas, quienes sufren las mismas consecuencias psicológicas y físicas que la madre.

Cuando hay violencia, es imposible coparentar y que haya colaboración para la crianza y cuidado de los hijos e hijas, lo que en estos casos es necesario para el bienestar de niños y niñas.

Además, al ser obligatoria, esto conllevaría que las mujeres se mantendrían en estas relaciones, con el fin de proteger a sus hijos e hijas de padres violentos.

Un padre violento jamás querrá colaborar con la madre para la crianza, puesto que no puede separar a los hijos e hijas del término de la relación y continuará castigando a la madre a través de ellos.

Según mi punto de vista, para una custodia compartida, al menos se deben cumplir con los siguientes requisitos:

  • No ha existido violencia durante la relación de pareja.
  • Padre y madre desean ejercer la custodia compartida.
  • Ambos progenitores han ejercido equitativamente y desde el principio de su relación, los cuidados, tanto físicos como afectivos, de sus hijos o hijas y ambos poseen las habilidades necesarias para continuar realizando estas tareas por separado.
  • Ambos tienen recursos económicos suficientes para mantener el cuidado y educación de los menores.
  • En caso de existir un desnivel económico, logran ponerse de acuerdo en una compensación que mantenga a sus hijos en un nivel de vida parecido.
  • Tanto el padre como la madre tienen la posibilidad de tener sus respectivas viviendas situadas y acondicionadas, de forma que les permite a sus hijas e hijos continuar con su rutina diaria del colegio, amistades y actividades, sin grandes cambios en sus dos hogares.
  • Ambos les educan y crían con normas y pautas educativas similares.
  • No utilizan a los hijos para transmitirles sus propios resentimientos hacia su ex pareja.

Finalmente me gustaría reafirmar que no estoy en contra de la custodia compartida, cuando existen las condiciones, sino de la obligación de ella, esto porque vulnera a los niños, niñas y adolescentes, así como también expone a las madres a niveles de violencia más altos y peligrosos que antes de separarse, lo que pondrá en riesgo el bienestar de nuestros hijos e hijas.