No todas son iguales: 6 pasos para una disculpa efectiva

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No todas las disculpas son iguales. Una disculpa efectiva va más allá de decir “disculpa” o “lo siento”. En una disculpa efectiva no sólo expresas tu arrepentimiento y asumes tu responsabilidad, sino que además tomas acciones de reparación para restablecer la confianza y reducir el daño que causaste.

Cuando te disculpas efectivamente, no sólo reparas el daño, sino que fortaleces la relación. Al disculparte reconoces el valor del otro y su dignidad. Si cuando te equivocas no pides disculpas, comunicas que la persona ofendida no es digna de esperar el cumplimiento de tus compromisos. Esto se da mucho con niñas y niños. Las personas adultas rompen promesas sin siquiera disculparse, haciendo que niñas y niños crean que no son personas dignas de exigir un cumplimiento de nuestra parte.  

Una disculpa efectiva tiene seis pasos o partes (aunque no siempre los seis son necesarios):

  1. Asegura un contexto adecuado (paso previo)

Como persona que pide la disculpa debes asegurarte de que el contexto es el adecuado: Contar con tiempo suficiente, tener privacidad y disponer de un estado emocional adecuado. Además es aconsejable que explicites tu intención de pedir disculpas para que tu contraparte sepa que no deseas seguir discutiendo, sino reconocer tu responsabilidad y resolver la situación que puso en riesgo su relación.

  1. Reconocimiento de la ofensa

De estas seis partes en la que más fallamos es en la de reconocimiento de nuestro error. Un reconocimiento válido debe dejar en claro quién ofendió y quién es la parte ofendida. Te cuesta reconocer tus errores porque al hacerlo pierdes la imagen idealizada que tienes de ti misma. Fallas en reconocer tu error cuando:

  • Pides disculpas incompletas o vagas “por lo que hice”, “por lo que sea que hice”
  • Hablas en tercera persona “se cometieron errores”
  • Dices la disculpa en condicional “si los errores fueron cometidos”
  • Cuestionas si la víctima fue dañada o minimizas la ofensa: “en el grado en que fuiste dañada”
  • Pides disculpas y no reconoce su responsabilidad: “Pido disculpas a quienes se hayan sentido ofendidos”.
  • Te disculpas con otra persona  y no con la persona ofendida
  • Te disculpas por una ofensa errónea
  1. Dar una explicación

Si bien reconociste tu error en el paso anterior, la parte ofendida no sabe aún por qué lo hiciste. Es útil que cuentes tu parte, por qué y cómo sucedió lo ocurrido. No es una justificación, sino entregas más antecedentes para que la parte ofendida comprenda el contexto. Una explicación efectiva puede reducir una ofensa mostrando que no fue intencional o personal y que es poco probable que se repita. Una explicación es contraproducente cuando es fraudulenta o superficial: “el diablo me hizo hacerlo”, “no estaba pensando”. Hay más dignidad en aceptar “no tengo excusas” que dar una explicación superficial.

  1. Indagar sobre los daños

Tu error genera dificultades en tareas, en la relación y en los sentimientos de las personas. Para poder reparar, primero necesitas saber cuáles son los daños que generaste. Esto te ayuda a dimensionar las consecuencias de tus acciones y a la parte ofendida a expresar su dolor. El propósito de este paso es conocer la perspectiva de la parte ofendida y no discutir con ella.

  1. Expresar remordimiento y humildad

Estas emociones y actitudes muestran que reconoces el dolor de la parte ofendida y que te importa.

  1. Reparar

Ante un error es importante que compenses a la parte ofendida de forma real o simbólica. Cuando causas daño o pérdida de un objeto tangible, puedes reemplazar o arreglar el objeto. Cuando tu error es intangible, simbólico o irreversible (desde un insulto o humillación hasta lesión o muerte), la reparación puede ser un regalo, un objeto simbólico, un intercambio financiero, un compromiso a cambiar o un castigo. Puede que no sepas qué sería una reparación suficiente, por lo que debes preguntarle a la parte ofendida qué necesita para sentirse tranquila. Recuerda que es la parte ofendida quien define las condiciones de satisfacción que permiten declarar que el tema está resuelto. Luego de esto, la parte ofendida se compromete a no guardar rencor.