Fibromialgia: cuando el dolor emocional afecta nuestra salud física

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Las emociones que experimentamos en función de los estímulos que recibimos, son un estado y una herramienta maravillosa para poder crecer y aprender.

La manera en cómo conocemos, escuchamos y atendemos nuestras emociones, pueden influir muchísimo en nuestro bienestar físico y mental. Sentir alegría, tristeza, rabia, euforia, calma y tantas otras emociones, son infinitamente necesarias, ya que nos enseñan en primer lugar a conocer lo que nos hace sentir bien, y además a identificar con posterioridad cuáles son aquellas situaciones que no nos hacen bien.

El problema radica cuando dejamos pasar la emoción y no la escuchamos o atendemos lo suficiente, entonces silenciamos y no respetamos la necesidad de ese momento. Son justamente las emociones que socialmente se consideran “negativas”, como por ejemplo la rabia, la frustración, el miedo, las que tendemos a negar y tapar, en vez de intentar comprenderlas para incorporarlas en el conocimiento y aprendizaje interno. Esto se debe a que experimentarlas despierta historias escritas en nuestra energía e historia corporal, que muchas veces no queremos recordar, o bien que ni siquiera tenemos tanta conciencia de ellas.

Existen ciertas situaciones que se van enquistando en nuestro carácter, y nuestro cuerpo va adoptando posiciones de contracción muscular que permiten fijar las emociones reprimidas para así sentirlas menos, para sufrir menos, pero lo que pasa con esto, es que se van favoreciendo desequilibrios corporales que terminan en la aparición de dolores y enfermedades, es decir, creemos que con esa defensa dejamos de sufrir, pero en realidad acumulamos dolor que en algún momento se libera a través del dolor o enfermedad.

Mariela Ramos terapeuta holística, especialista en dolores crónicos y mujeres con fibromialgia, explica cómo no escuchar ni atender nuestras emociones puede ser fuente de complicaciones para nuestra salud física y mental.

¿Cómo ocurre la somatización de las emociones?

Según Mariela Ramos, todo lo que acontece en el ser humano es psicosomático o somatopsíquico, ya que la enfermedad acontece en todo nuestro biosistema, tanto orgánico como emocional. Mirar desde este lugar, nos permite poner en un lugar la situación y su carga emocional que causa nuestro dolor o enfermedad, para poder escucharla, mirarla, entenderla, liberarla y posteriormente sanarla. “No es que la gente se quiera enfermar, es que existen acontecimientos en la vida que para poder sobrellevarlos ha sido necesario defenderse desde lo inconsciente, y para eso se ha recurrido al mecanismo de la represión emocional, de no generar movimiento para que no duela más, pero están ahí, no se han ido, aparecen en forma de dolor físico o enfermedad, días o años después”, argumenta la terapeuta holística.

Cuando vivo una situación que me causa dolor, tiendo a contraer corporalmente para defenderme y de esa manera tapar el dolor, pero esa contracción genera una coraza muscular que a la larga se enquista y transforma en dolor, y esto es porque lo central del pensamiento funcional es la protección de la vida, y la coraza ayuda a sobrevivir en muchos momentos como una defensa, pero finalmente queda cronificado. “De alguna manera desviamos la energía para no sentir dolor, pero llega un momento en que enfermamos, porque ese lugar dejó de pulsar”. Expresa Mariela Ramos.

La especialista señala cuándo nuestro cuerpo puede somatizar las emociones. “En el momento que hay una situación de conflicto a nivel psíquico que no se está reconociendo, no porque así lo queramos sino debido al dolor que provoca conectar con dicha situación, entonces el síntoma aparece en el cuerpo, no es imaginado, se vuelve completamente real”. Y ejemplifica. “Cuando una persona sufre un dolor profundo por la pérdida de un ser querido, y siente que no es capaz de soportarlo, entonces la voz de ese dolor puede manifestarse a través de una molestia permanente en el pecho”.

Alexander Lowen, médico y psicoterapeuta estadounidense plantea que “la enfermedad suele sacar a la persona de la situación estresante inicial, lo que le permite recuperar y recobrar su energía. Por supuesto crea más estrés, en la forma del proceso de la enfermedad”.

Fibromialgia: la enfermedad del dolor

La fibromialgia es un trastorno que trae muchos síntomas asociados, como dolor musculoesquelético generalizado, problemas para dormir, fatiga, problemas de memoria, dolores de cabeza, sensación de quemazón o ardor en la piel, síndrome de intestino irritable, ansiedad, depresión, entre otros.

Según la Corporación de Fibromialgia de Chile, a nivel nacional se estima que el 2% de la población padece de fibromialgia, siendo el 90% mujeres. “Esto es muy interesante de observar, ya que hay una historia sociocultural que tenemos que mirar, donde la carga emocional que se le traspasa a la mujer a lo largo de la historia sin duda afecta también las posibilidades y alternativas de salir del dolor", enfatiza Mariela Ramos.

La especialista señala que las mujeres que padecen fibromialgia han acorazado muchos dolores a lo largo de su vida, y muchas de ellas no han tenido un espacio para revisar esos dolores corporales desde las emociones, los cuales finalmente tienen un inicio claro en un momento de sus historias donde el dolor emocional ha sido tan importante, que no pudieron resistirlo concientemente.

Mariela Ramos revela detalles sobre su trabajo como terapeuta holística, especialista en dolores crónicos y mujeres con fibromialgia. “La terapia consiste en acompañar a las mujeres a llegar a ese lugar donde se inició la contracción muscular primaria frente a esa experiencia dolorosa que se enquistó en el cuerpo, porque no tuvo espacio ni contención para liberarse, dejó de pulsar y comenzó a doler. Contengo a mis pacientes hasta que liberen esa energía y vuelvan a tener la calidad de vida que sueñan y se merecen.”

Es muy importante escucharnos y atender nuestras necesidades emocionales, ya que al desarrollar este aprendizaje, la energía vital de nuestro cuerpo y mente se mantienen sanos y en armonía.